Nave espacial Tierra (R. Buckminster Fuller).

Pocos conceptos sintetizan mejor la oposición nacionalidad‐trasnacionalidad que el acuñado por R. Buckminster Fuller para referirse a nuestro planeta: Nave espacial Tierra.
A pesar de las delimitaciones territoriales que se han establecido a lo largo de la historia –en muchos casos los límites son coincidentes con elementos del primer entorno (ríos, cordilleras, mares,…) y en otros son sólo el resultado de la definición histórica de cada Estado‐Nación‐ existen muchas formas trasnacionales que anulan el efecto limitador de las fronteras geográficas.
Una de esas formas es sin duda el tercer entorno, y más concretamente la nueva ciudad global a la que Echeverría denomina Telépolis, pero no podemos obviar que la principal “forma social” a la que pertenecemos es el propio planeta Tierra.
Cuando Fuller patenta su Mapa Dymaxion, hace hincapié en la influencia cultural de la representación y rompe así los esquemas de la cartografía, elaborada hasta entonces desde la perspectiva geopolítica de los territorios más influyentes de la historia.
El resultado visual es impactante porque nos muestra La Tierra de tal manera que todos los continentes parecen estar más próximos y rodeados por un mismo océano. Sin embargo, se trata de la representación terrestre que presenta menores deformaciones hasta el momento.
Esa manera de entender nuestro planeta se ha convertido con el tiempo en un icono del ecologismo, no en vano Fuller introdujo términos y conceptos que ya anticiparon la necesidad de un “desarrollo sostenible”.
Y sin embargo poco o nada tiene que ver esa concepción planetaria con lo que hoy entendemos por “globalización”.
Con su alusión a La Tierra como si se tratase de una nave espacial volvía a hacernos reflexionar acerca de los límites espaciales de la sociedad en la que vivimos. Desde esa perspectiva es evidente que el “pasaje terrestre” no excluye a ninguno de los seres humanos que lo componen y por tanto cualquier “tripulación” debe velar por llevar a buen puerto a todos y a cada uno de ellos.
Si a todo ello sumamos la reducción (shrinking) que Fuller y McHale observaban en el planeta ante el auge exponencial de los transportes y las telecomunicaciones, comprendemos mejor aún la metáfora de la nave espacial. Y al referirnos a la concepción trasnacional de Fuller, sobre todo a la que se desprende de esa metáfora, apelamos a tres principios que en cierto modo son análogos a los tres entornos de la humanidad: el principio humanitario, el principio tecnológico y el principio ecológico.
Aunque lo explicaremos convenientemente más adelante, cabe precisar ahora que el principio ecológico de Fuller alude a la propia etimología de la palabra «ecología»: estudio lógico del lugar que se habita. Por tanto, no podemos limitar ese estudio a nuestro entorno inmediato, sino a todo aquel que se pueda ver afectado por nuestros «hábitos».
Es decir, es preciso abordar los problemas «mecánicos» de la nave desde todos los entornos implicados en su devenir: el pasaje terrestre, la actividad terrestre y la noosfera (comunicación terrestre).
To better understand this idea we recommend listening carefully to this song by the Spanish band «De Buena Tierra».
https://youtu.be/_DjZDWLq75g