BIM (Building Information Modeling)
Para hablar de esta propiedad diferencial entre los entornos E1 y E2 con respecto a E3 es necesario precisar, con palabras de Echeverría, qué entendemos por analógico y qué entendemos por digital:
“Dos piedras, dos plantas y dos animales pertenecen a una misma especie porque son analógicas entre sí, sea por sus apariencias externas, sea por sus componentes internos (…). En E1 y E2 se razona por metáfora y analogía. Hasta la geometría está basada en la proporcionalidad, que no
es sino una modalidad de analogía.”
“En el tercer entorno las analogías no desaparecen (…). El aparato sensorial humano está determinado hasta tal punto por las relaciones de analogía que incluso el mundo digital acaba adoptando un formato analógico para que los seres humanos los puedan percibir: piénsese en la pantalla de un ordenador, que es analógica, a pesar de que la memoria interna y los sistemas de procesamiento sean digitales”, pero “ todo lo que aparece en una pantalla telemática es digital en su formato auténtico, porque las imágenes, los sonidos y los textos han sido reducidos previamente a números en sistema binario, lo cual permite su modificación y manipulación mediante algoritmos numéricos, y no mediante traslaciones, simetrías, giros o proyecciones perspectivas”. (*)
Aun compartiendo el fondo de esta apreciación hecha por Echeverría, cabe añadir que el uso que hacemos de la mayoría de los programas informáticos se sigue basando en relaciones analógicas. Basta señalar como ejemplo los programas de dibujo CAD, que reproducen en esencia los mismos procedimientos geométricos que se llevan a cabo en formatos puramente analógicos como el papel: traslaciones, simetrías, giros, etc.
Por eso queremos referirnos en este apartado a los programas informáticos denominados BIM (Building Information Modeling), que inciden en un mayor aprovechamiento de las cualidades digitales del mundo digital. Explicaremos por qué.
Cuando digitalizamos información, ya sea referente a formas, textos o sonidos, abrimos un amplio abanico de posibilidades en cuanto a la manipulación de dicha información. Y no sólo podemos manipularla siguiendo reglas analógicas ‐como haríamos, por ejemplo, al añadir repeticiones‐ sino que podemos manipularla digitalmente, o si se prefiere, paramétricamente. Esto implica asociar códigos digitales (números, matrices, letras, algoritmos,…) a las representaciones analógicas que figuran en nuestra pantalla. Son analógicas porque se corresponden en apariencia con los objetos reales que representan, pero incorporan información digital que además podrá ser trasladada al propio objeto representado.
Por tanto, la tecnología BIM ha abierto las puertas a la digitalización de la construcción, y por tanto de la ciudad. No se trata de algo nuevo, ya que casi todos los productos con los que actualmente se comercia incorporan información digital, como los códigos de barras. Pero el cometido de dicha información es básicamente facilitar los procesos de venta y distribución.
Cuando hablamos de información digital vinculada a elementos arquitectónicos podemos referirnos además a un mayor control de los ciclos de vida útil de los recursos constructivos (lo que incide en una menor incidencia sobre los recursos naturales, propios de E1) o a mayores posibilidades de coordinación en el proceso constructivo o en el uso mismo de los espacios arquitectónicos (que supone una mejora en el funcionamiento de E2, incluso desde el punto de vista ecológico).
También cabe analizar en este punto las posibilidades constructivas, y finalmente urbanísticas, de la materialización analógica de la información digital. Nos referimos por supuesto a las llamadas impresoras 3D, que procesan información digital de un volumen determinado para reproducirlo físicamente y mediante manipulaciones analógicas de un material “atomizado”.
En analogía a los tres conceptos aludidos por el término BIM clasificaremos la influencia digital en los tres entornos de la siguiente manera: E1 ‐ usuarios (sus necesidades determinan el modeling espacial); E2 – proceso constructivo (entendiendo la ciudad como un building constante); E3 – información (fundamentalmente los flujos digitales de información que repercuten en E2 y E1).
(*) Javier Echeverría, “Los Señores del aire: Telépolis y el Tercer Entorno”. Destino 1999.
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