Son muchos los autores que han advertido el advenimiento de una sociedad global. En livingry.org analizaremos las reflexiones de muchos de ellos al respecto. Pero nuestro objetivo es ante todo la ciudad: la ciudad como ámbito de desarrollo humano y la ciudad como necesidad ecológica de la humanidad. Por eso partimos de la perspectiva de una ciudad global, la que Javier Echeverría denominó Telépolis.
En un desarrollo posterior de este concepto Echeverría pasó a definir el entorno en el que se sitúa esa nueva ciudad en contraposición a los dos entornos históricos de la humanidad. Surge así su definición de los tres entornos de la humanidad:
“La especie humana ha sobrevivido y crecido en la superficie del planeta Tierra porque ha logrado adaptarse a un medio ambiente natural, al que aquí llamaremos primer entorno (E1). El resultado principal de ese prolongado proceso de evolución es el cuerpo humano, con sus diversas capacidades perceptivas, nutritivas, fisiológicas, motrices, reproductivas, comunicativas e intelectuales, que le han permitido asentarse en un medio hostil y habitar establemente en escenarios locales muy diversos. Como resultante de ese proceso de adaptación existe la especie humana con sus diversas aptitudes corporales y mentales, y en particular con su capacidad de interactuar con el medio. ”. (1)
“El segundo entorno (E2) ya no es natural, sino cultural y social, y puede ser denominado entorno urbano. Sus formas canónicas son los pueblos y las ciudades en las que viven la mayoría de los seres humanos. En esos espacios sociales se han desarrollado diversas formas sociales (como la vestimenta, la familia, la persona, el individuo, el mercado, el taller, la empresa, la industria, el dinero, los bancos, las escuelas, los cementerios, la escritura, la ciencia, las máquinas, el derecho, la ciudad, la nación, el estado, las iglesias, etc.), instituyéndose diversas formas de poder (religioso, militar, político, económico, etc.)”. (2)
“Algunas tecnologías modernas (las telecomunicaciones, la informática, etc.) permiten generar un tercer entorno (E3) con propiedades topológicas, métricas, físicas y sociales distintas a las de E1. Veremos también que esta transformación del espacio social ya está anticipada por algunas formas técnicas del segundo entorno (E2)”. (3)
Pero para Echeverría los cambios suscitados por el surgimiento de una ciudad global van más allá de la consolidación de un nuevo entorno:
“Llamaremos Telépolis (la ciudad global, la ciudad a distancia) al conjunto de formas de interacción social que se han ido desarrollando en E3 durante las décadas finales del siglo XX, y diremos que tanto E3 como Telépolis tienden a expandirse por todo el planeta. Contrariamente a lo que suele decirse, este nuevo entorno ciudadano no se limita a ser una futura sociedad de la información. Estamos ante una transformación de mayor entidad, basada en un nuevo espacio de interacción entre los seres humanos, en el que surgen nuevas formas y se modifican muchas de las formas sociales anteriores”. (4)
Esta última reflexión de Echeverría constituye el principal punto de partida de lo que hemos denominado la ciudad Livingry (Livingry City), como iremos viendo.
Dada la creciente influencia que el llamado tercer entorno ejercerá sobre las formas sociales de los otros dos, cabe preguntarse por el papel que desempeñarán en consecuencia las ciudades propiamente dichas.
En este sentido consideramos que la ciudad no es una forma social a proteger sino a desarrollar. Dicho de otro modo, la consolidación del tercer entorno no tiene por qué constituir una amenaza para la ciudad sino una oportunidad para evolucionar. Por eso pensamos que no debe circunscribirse a los límites del segundo entorno, sino erigirse como una síntesis de los tres entornos de la humanidad.
No obstante, al analizar las propiedades de los tres entornos, Echeverría sitúa a E2 (al que denomina también entorno urbano) en un punto intermedio entre E1 y E3.
Esas propiedades diferenciales que establece entre los tres entornos responden a su vez a veinte dialécticas a las que se enfrenta actualmente la ciudad:
‐Proximidad‐Distalidad
‐Localidad‐Globalidad
‐Producción‐Consumo
‐Movilidad física‐Flujos electrónicos
‐Nacionalidad‐Trasnacionalidad
‐Analógico‐Digital
‐Pentasensorial‐Bisensorial
‐Homogeneidad‐Heterogeneidad
‐Naturalidad‐Artificialidad
‐Diversificación‐Integración semiótica
‐Extensión‐Compresión
‐Recintualidad‐Reticularidad
‐Presencia‐Representación
‐Materialidad‐Informacionalidad
‐Memoria natural interna‐Memoria artificial externa
‐Asentamiento en la tierra‐Asentamiento en el aire
‐Autosuficiencia‐Interdependencia
‐Estabilidad‐Inestabilidad
‐Circulación lenta‐Circulación rápida
‐Sincrónico‐Multicrónico
Muchas de estas confrontaciones dialécticas han sido objeto de debate a lo largo de la historia de la arquitectura y el urbanismo, de hecho utilizaremos algunas de las obras e ideas históricas que mejor representan dichas confrontaciones para poder sintetizarlas en ámbitos urbanos.
Pero la mejor manera de sintetizar las características de una ciudad constituida en los tres entornos es a través de los instrumentos que la definen. Esto implica una reconsideración de las herramientas disponibles en la ciudad para llevar a cabo el desarrollo de las actividades urbanas. Y esa reconsideración pasa por una nueva interpretación de tres parámetros urbanos que se ven profundamente alterados por la consolidación del tercer entorno: la materialidad, el tiempo y la información.
En este caso es preciso analizar los cambios en esos parámetros desde la perspectiva de las últimas tecnologías informáticas aplicadas a la arquitectura, representadas fundamentalmente por los programas BIM (Building Information Modeling).
Esta nueva herramienta ha propiciado la concreción de nuevas variables en el proceso arquitectónico para mejorar la eficiencia constructiva y material. Se trata, sin lugar a dudas, de un cambio que afectará a la propia concepción de la arquitectura y que todavía se encuentra en una fase incipiente. Tal vez por eso no existe en la actualidad un claro consenso en la definición de dichas variables.
Aunque profundizaremos sobre este punto más adelante, vamos a resumir cómo las interpretaremos nosotros.
Las coordenadas cartesianas (xyz) han definido comúnmente las dimensiones del espacio. Sin embargo esas mismas variables pueden tener un significado muy distinto en función de otros tres parámetros espaciales, los que determinan la materialidad arquitectónica (M): masa (m), espacio (e) y lugar (l).
Por tanto, aun asumiendo que las coordenadas cartesianas siguen siendo operativas e inherentes a cualquier parámetro espacial, la experiencia de la tecnología BIM ha hecho hincapié en la necesidad de una definición de esos otros conceptos (masa, espacio y lugar) como variables espaciales.
A su vez, dicha tecnología ha incorporado el tiempo (T) y la información (I) como “dimensiones” propias del proceso constructivo, si bien veremos que ya habían sido consideradas de distintas maneras a lo largo de la historia de la arquitectura.
De la relación de las tres variables genéricas (materialidad, tiempo e información) con los parámetros espaciales mencionados anteriormente surgen estas otras variables: masa material (Mm), espacio material (Me), lugar material (Ml), ciclo material (Tm), intervalos de uso (Te), momento histórico (Tl), información material (Im), uso espacial (Ie) e inserción medioambiental (Il).
En sucesivas publicaciones iremos definiendo distintos instrumentos urbanos como herramientas para el desarrollo de la actividad urbana desde la “trialéctica” de los tres entornos y en base a las variables mencionadas anteriormente, que nos ofrecen la siguiente clasificación.
I‐I: instrumentos relativos a la información.
I‐T: instrumentos relativos al tiempo.
I‐M: instrumentos relativos a la materialidad.
I‐Mm: instrumentos relativos a la materialidad y a la masa.
I‐Me: instrumentos relativos a la materialidad y al espacio.
I‐Ml: instrumentos relativos a la materialidad y al lugar.
I‐Tm: instrumentos relativos al tiempo y a la masa.
I‐Te: instrumentos relativos al tiempo y al espacio.
I‐Tl: instrumentos relativos al tiempo y al lugar.
I‐Im: instrumentos relativos a la información y a la masa.
I‐Ie: instrumentos relativos a la información y al espacio.
I‐Il: instrumentos relativos a la información y al lugar.
Para abordar esta síntesis desde todas y cada una de las cuestiones que nos plantea nos hemos servido de un mapa conceptual muy peculiar. Se trata del icosaedro desplegado que R. Buckminster Fuller utilizó para representar cartográficamente La Tierra, conocido como Dymaxion Map, del que ya hablamos en la entrada anterior.
En este caso utilizaremos su geometría para interrelacionar las veinte dialécticas (o facetas) planteadas por Echeverría con los doce tipos de instrumentos (vértices) que hemos establecido.
Por su parte, los lados de este mapa se corresponden con los conceptos característicos de los tres entornos en cada una de las propiedades diferenciales analizadas.

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